martes, 1 de mayo de 2012

La moral en la Costa del Sol


La moral en la Costa del Sol

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Cuando trabajé en Torremolinos descubrí parte de su historia. Me sorprendió que el gran crecimiento de los años 60 se debiera a una pequeña sala de fiestas en la que extranjeros y españoles intercambiaran besos, roces y sexo fácil con asiduidad. Parece ser que aquello llegó a oídos del ministro de turismo de entonces, que dijo que más valían las divisas que entraban por la Costa del Sol que la salvaguarda de la moral que Franco tenía entonces por bandera. Creo que todos nos alegramos de dicha decisión.
Pero he descubierto que no solo entonces se denostaban las leyes, sino que ahora es costumbre seguirlo haciendo. He tenido dos experiencias desagradables allí que merece la pena comentar. Creo que demuestran la perversión de las leyes en esta zona de España a la que tanto cariño tengo.
La primera de mis tristes experiencias fue la recepción de una pelota de plástico llena de agua lanzada desde una ventana por un adolescente. Descubrí el lugar desde el que salió el proyectil y me fui a la policía (más que nada con la intención de que asustaran al chaval y dejara de cebarse en los pobres turistas paseantes). Mi sorpresa (bueno, la mía y la de mi novia, que iba conmigo) fue mayúscula cuando el policía de guardia nos aconsejó no denunciar. En sus palabras "el juez va a tirar la denuncia a la basura si no podéis identificar al agresor con total y absoluta seguridad". Además nos podría haber tocado volver a Torremolinos a recoger la sentencia del juicio (sobreseído por falta de pruebas). Nos dijo que la policía estaba allí para resolver asesinatos, agresiones con navaja y robos, no para las gamberradas de los nenes. Nos pareció alucinante. Eso sí, el poli se molestó en decirnos claramente que "·denunciáramos si queríamos" (imagino que temía que le pusiéramos a él una denuncia por impedirnos ejercer nuestro derecho).
Dos días después fuimos a la Feria de Málaga ( a la de noche ), magnífica, por cierto. Al volver, la empresa de autobuses que tenía que llevarnos a las 4 de la mañana a Torremolinos decidió quitar sin previo aviso uno de sus servicios y salir con el autobús de las 45. "¿Por qué protesta este tío, por quince minutos?", diréis. No. Lo que pasó es que en ese tiempo los autobuseros se dedicaron a meter a la gente del bus como sardinas en una lata, habiendo en el vehículo más del doble del pasaje permitido, yendo de pie la mayoría... y a ciento y pico por la autovía. Lo gordo es que eso es "lo normal" y nadie tomará medidas hasta que no haya una desgracia.
Así que esas son las nuevas infracciones de la moral en la Costa del Sol
Reflexión: Si es que vamos de mal en peor. 

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